Las Dunas de Merzouga

viernes, 23 de septiembre de 2011

Ya he comentado que conducir por Marruecos resulta una verdadera odisea, sobretodo si quien va a volante es de la tierra. Para mí, atravesar los montes Atlas en minibus fue una de las experiencias más... ¿mareantes? de mi vida. Puedo jugar que me sentí como si me hubiera subido a una peonza que no parase de dar vueltas. Pero el viaje mereció la pena, porque después de muchos, muchos km... llegamos a Merzouga.

Merzouga (Sony Cyber - Shot)
  
Merzouga es un pequeño pueblo en el sureste de Marruecos, a unos 35 kilómetros al sureste de Rissani, a 45 a kilómetros de Erfoud y unos 50 kilómetros de la vecina Argelia. Es conocido por contar con uno de los ergs más grandes del Sáhara, el Erg Chebbi (en árabe عرق الشبي‎). Los ergs son grandes zonas planas del desierto, cubiertas de arena barrida por el viento y con una cubierta vegetal escasa o nula. 

Nuestro guía bereber corriendo por las dunas (Sony Cyber - Shot)

  
Al entrar en el albergue ves una luz al final del pasillo. Naranja, vibrante, como si te llamase desde muy lejos, pero aún así la sintieras muy cerca. Y allí, al otro lado de la puerta, empiezan las dunas de Merzouga. Después de un té con menta bien caliente, subimos a los dromedarios para, durante algo más de una hora y media, recorrer las dunas hasta llegar al campamento.


Nuestros dromedarios camino de las jaimas (Sony Cyber - Shot)
El viento en la cara, las caricias de la arena y el sol poniéndose sobre el desierto completan el cuadro que nos recibió cuando comenzamos a andar. El lento bamboleo del dromedario, torpe pero seguro, nos acunó por los caminos del desierto que solamente los bereberes pueden ver. La cena, el tajine de cordero y verdura preparado por nuestros guías, fue el mejor que probé en toda nuestra estancia en Marruecos. Risas a la luz de las velas, canciones árabes y música bereber. Las estrellas en un cielo limpio. El silencio. Y dormir una noche en una jaima, bajo las estrellas y cubiertos con matas artesanas valió la pena, aunque sólo fuera para ver salir el sol sobre Argelia.

Amanece sobre la frontera entre Marruecos y Argelia (Sony Cyber - Shot)
 

Magia en Marrakech

viernes, 16 de septiembre de 2011

Esta pasada primavera, por fin pude ver cumplido uno de mis sueños: visitar Marruecos. Siempre me ha atraído mucho la cultura árabe porque pienso que tiene una magia de la que muchas otras carecen. Llevo 3 años estudiando árabe y este último curso, mi profesor organizó un viaje con todos los compañeros a Marrakech... así que allí nos fuimos.

 Aterrizar en Marrakech es como llegar a otro planeta. El moderno aeropuerto de Menara ya nos permite soñar un poco con el mundo que encontraremos fuera. Más que un mundo, un planeta rojo, porque toda la ciudad antigua está construída con la tierra local de ese mismo color. 

 Aeropuerto de Menara (Holga 120)

El tráfico es caótico como no lo había conocido nunca: cabras, burros, carritos, motos y viejos coches se junta en la jungla de asfalto en la que lo único por lo que debes temer es por no salirte del carril. 

Llegamos a la famosa plaza Yamaa el Fna, donde el espectáculo comienza. Encantadores de serpientes, turistas, monos, aguadores, mujeres completamente cubiertas... el calor es sofocante y el cielo no deja ver el sol, pero la luz es cegadora. El sonido de la música árabe lo envuelve todo, con sus letras en el dulce lenguaje de las mil y una noche. 

Kotubiya (Sony Cyber - Shot)
 Va cayendo la noche y la oración comienza. El canto musulmán grave y doliente lo envuelve todo, consiguiendo hipnotizar con su melodía hasta al turista menos creyente.

Plaza Yamaa el Fna (Sony Cyber - Shot)
   Y la plaza es un hervidero. Poco a poco, como salidos de la nada, empiezan a crecer pequeñas tiendecitas donde por la noche se asará cordero y verduras para dar de comer a los hambrientos. Huele a especias, a animal, a tierra y a noches en el desierto. La cena sabe a fuego, a aceitunas macerada, a cordero asado...

El tajine, al punto (Sony Cyber - Shot)

La noche es calurosa, pero aún así placentera. El ambiente espeso del aire parece acunar al turista, acompañarlo hasta la entrada del Ryad en un cálido paseo. La cama es dura, pero la idea del té con miel a primera hora de la mañana, te hace caer en un profundo sueño bajo la luna del desierto.

¡Me encantan estas lámparas! (Sony Cyber - Shot)

Esos son, entre muchos otros, mis recuerdos de Marrakech.